Hace muchos, pero que muchos años, antes del primer impacto, e incluso antes del chimpancé todo estaba tranquilo y en paz.
En medio de esta calma, la gran entidad creadora se paseaba arriba y abajo con gesto crispado e impaciente. “Que aburrido”, solía murmurar para si. Todo a su alrededor estaba demasiado parado y nada parecía cambiar… a menos que el deseara que algo cambiara.
El gran creador, a quién los más vulgares entre los teólogos denominarían “Dios”, respondía al nombre de Dalay. Se eligió para si ese nombre tras darse cuenta de que no tenía uno y provocar unos cuantos Big Bangs en una rabieta de las suyas…
Cabreado por el hecho de tener que hacerlo todo, Dalay se ató el pelo (lo tenia largo buey) y se frotó las manos mientras planeaba darle un poco más de vida a su entorno. Pero planearlo era aburrido, decidió que primero lo crearía y luego vendrían los planes. Así que se colocó en su brazo derecho un brazalete de “ultra-deidad”, entonces empezó con su divina labor.
En el primer día creó el día y la noche. Y se dio cuenta que eso era una putada, por que desde entonces ya no podía despertarse cuando le viniera en gana. Tuvo que conformarse.
En el segundo día creó el cielo y la tierra. Y Dalay vio que era bueno, o como mínimo no le molestaba.
En el tercer día, Dalay se superó creando plantas y mares. Ese día se fue a playa y no se la volvió a ver hasta una semana después. Pero eso si, a Dios el mar le pareció bueno, como mucho su mejor creación desde las natillas (creadas en el día 0).
En el cuarto día (post vacaciones) Dalay creó a los animales, y estos empezaron a llenarlo todo de excrementos. Así que el creó a los dragones para matar a los bichos cagones. Como los dragones no solo cagaban más, si no que lo arrasaban todo, Dios los mató con un meteorito del Nº 15 e inventó las bolsitas de plástico para excrementos. Y Dios vio que las bolsitas eran buenas…
En el quinto día, el planeta ya tenía un enorme boquete de meteorito y Dios había inventado las especies en peligro de extinción… pero el creó “el no-desanimarse” y se sacó un nuevo as de la manga. Dalay creo al ser humano a imagen y semejanza de los monos, pero un poco más listos. Hombre y mujer los creó, y a los dos primigenios les dio elaborados nombres. El les señaló y dijo “Tú te llamarás esto, y tú aquello”. La hembra se encogió con resignación mientras el macho se llevaba la mano a la frente murmurando “yare yare…”
”Procread y multiplicaros”, les dijo Dios. Sin saberlo acababa de inventar el hentai, y eso no era del todo bueno, pero al menos era entretenido…
En el sexto día Dalay quería pasar del tema y dormir hasta tarde, pero los humanos se habían multiplicado mucho, y seguían fornicando a todas horas no dejando a Dios dormir en paz. Así que se levantó con mala leche, creó a los Shingamis, y les dio libretas negras. “Limpienme un poco el patio cuando se pongan pesaditos”, les dijo.
En el séptimo día ya había acabado la faena, así que cumplió lo prometido y por fin se puso a hacer planes…
Ahora que había creado vida… tenía que planear como destruirla. Ese día Dalay inventó el Apocalipsis.
Pero una cosa es segura, ese día descansó. De hecho, durmió muy bien con sus planes de destrucción en mente y una sonrisa en la cara.
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